Este fin de semana sin querer queriendo celebré el Día de la Mujer con más de 600 mujeres que se congregaron en el salón adyacente a la Templo de San Alfonso en el Este de Los Ángeles, ahí nomás a la vuelta de mi casa.
Al principio no sabía ni qué onda. A mi me habían invitado a una comida, donde se le daría un reconocimiento a la maestra de arte de mí hijo Esteban, Beatriz Bojórquez, por su obra artística sobre las mujeres muertas en todo el mundo.
Ya estando ahí, la situación se tornó interesante. Las mujeres reunidas estaban celebrando el Día Internacional de la Mujer que se conmemora el 8 de marzo en memoria a las 140 jóvenes trabajadoras, mayoría inmigrantes, que fallecieron durante el incendio en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. La mayoría eran costureras de 14 a 23 años que para exigir un trato digno se encerraron en el edificio, pero no pudieron escapar cuando el recinto se prendió en llamas.
Pues en ese rinconcito del East L.A. conocí a madres de familia, mujeres profesionales, amas de casa, mujeres golpeadas, mujeres abusadas, mujeres reformadas, mujeres exitosas, mujeres de esperanza y mujeres optimistas. A todas las une el mismo fin: Ser felices.
Me identifiqué de inmediato. Siempre anduve buscando un grupo de autoayuda para mujeres, donde poder compartir tristezas, problemas cotidianos, recursos, y retroalimentación y me doy cuenta que la solución que había estado buscando estaba tan cerca de mi hogar.
Para mí, estas mujeres son las destacadas, las que han salido adelante solas, las que han superado sus problemas, ha salido de abusos de violencia doméstica y se han preparado para enfrentar la vida con dignidad y las que no han logrado salir de sus pesadillas están tratando de buscar nuevos horizontes con ayuda de las precursoras que ya han visto la luz al final del camino.
Algunas de ellas eran visitantes de varias iglesias o grupos de auto ayuda, pero las organizadoras del evento forman parte del grupo “Nuevo Amanecer-Mujer Integral”, fundando por la hermana Trini, que ayuda a las mujeres a abrir caminos de esperanza a través de sus experiencias de vida.
No me sorprendí al escuchar algunos de sus testimonios. Son temas que se repiten una y otra vez: La enferma con un mal terminal, la que fue abusada sexualmente, la sometida, la abandonada, pero lo que las hace diferentes es que ya lo superaron.
En algunos casos hasta se me revolvió el estómago de escuchar historias que parecían sacadas de películas de horror y suspenso.
Como el caso de Virginia Isaías, quien fue secuestrada y vendida en Chiapas. Pudo escapar de sus captores y salvar la vida de su hija con la ayuda de un rebozo y ahora dirige una fundación contra el tráfico de blancas.
Irella Pérez, también es triunfadora. Emigró de un lugar remoto de Nicaragua a los 15 años totalmente ignorante y ahora es toda una doctora graduada d USC y además es miembro de la junta Escolar del Distrito Escolar de Whittier, California.
Ninguna de las que hablaron se conmiseró de sus tragedias sino que hablan con dignidad y orgullo… después de todo sus desgracias fueron lo que las ayudaron a ser las mujeres que ahora son.
El grupo “Nuevo Amanecer se reúne todos los martes de 6 a 8 de la noche en la Iglesia de San Alfonso del Este de Los Ángeles. Para información comunicarse con la hermana Trini al teléfono (323) 239-0007.